por PABLO BAQUÉ
A fin de año estuvieron las fiestas.
En el verano los bares y nadie con barbijo.
Los transportes se llenaron sin respetar el protocolo.
Volvieron los abrazos, tímidamente pero volvieron.
Muchos fueron a visitar a los viejos que estuvieron solos durante la cuarentena.
Algunos se animaron a los besos y a dejar de tener miedo del amor.
Un montón de pibes cometieron la «new heretics action» de juntarse en fiestas «clandestinas».
Y las «curvas’ de Covid 19 venían descendiendo. Pero un dia el Coronavirus atacó de nuevo. Y como ya bien saben nuestras autoridades cada noche se pone la capa y agrede con mayor violencia ( por eso el remedio global de las restricciones nocturnas).
En 14 días de clases presenciales se enfermaron cientos de docentes y más de uno se murió.
Hicieron un protocolo escolar imbécil por el cual a los chicos habría que mandarlos a su «burbuja» desayunados con Rivotril, para que se queden quietitos junto a su banco.
Las maestras no se pueden acercar a abrazarlos ni a contenerlos aunque los chiquitos tengan dos o tres años, y lloren. A todas el Estado debió proveerles un palo para empujar niños y mantenerlos a raya.
Y ahi los casos empezaron a multiplicarse, sin Manaos ni Gran Bretaña… todavía.
Los docentes se laburaron todo en pandemia, preparando un «stand up» por día para motivar y enseñar.
Pero la oposición y los padres que no se aguantan a sus hijos salieron a gritar que «no aprendieron»… «Que los docentes no trabajaron» .
Y ante la crítica de la oposición y de los padres que no toleran a sus hijos en casa, el gobierno cagón y orientado a la reducción de «daños electorales» repite como un mantra que «las clases presenciales no se tocan y que la escuela es un lugar seguro».
No responsabilizo solo a la escolaridad presencial.
Sino a que cada decisión pasa por el tamiz de la conveniencia electoral; pero eso no es gobernar para el pueblo sino darle el gusto a unos estúpidos a los que nunca se los va a convencer de nada.
Cada dia hay casi tres «AMIAS» en cantidad de muertos.
O cuatro «tragedias de LAPA».
O un boeing 747 accidentado a diario.
O cada semana hay tantos muertos o más que en la guerra por nuestras Malvinas.
Y así todo; aunque hoy haya vacunas, y aunque hayamos repartido en recorridas políticas las camas de tecnópolis, esta es la única realidad con la que sobresale la desorientación y la falta de prioridades humanas de las dirigencias.
Nosotros los ciudadanos espectadores nos angustiamos por el aumento de los casos.
Pero deberíamos más bien decirles estas cosas a los imbéciles opositores y a los «agradadores» que gobiernan.
Porque en este escenario van a seguir muriendo nuestros viejos, nuestros seres queridos más débiles, y los que tienen mala suerte.
Ayúdenme con mi estadística por favor: creo que este virus no mató a ningún hijo de puta de los que nos vienen arruinando la vida desde hace años en nombre de la Patria y de la ley que siempre creen que a ellos no les aplica.