El ex Presidente de Uruguay, José «Pepe» Mujica, ha expresado su preocupación por la dura sequía que afecta a varios países del mundo y la falta de respuesta adecuada por parte de los dirigentes políticos. En ese sentido, compartió su experiencia y recordó una visita que hizo a Nueva Zelanda junto a Tabaré Vázquez.
A pesar de algunas lluvias recientes, la sequía persiste, ya que el agua no se acumula lo suficiente en el suelo y las reservas. El suministro de agua potable para las ciudades se maneja con prudencia debido a la debilitada corriente de agua. Esto plantea la pregunta de si estamos enfrentando un cambio dramático y no solo una coyuntura temporal, ya que en los últimos tres años el promedio de lluvias ha disminuido significativamente, lo que ha llevado a una acumulación insuficiente de agua en el suelo y en las capas profundas de las vertientes.
Lo más preocupante es que parece que no estamos reaccionando adecuadamente a esta situación y nos cuesta comprender la magnitud del problema. No hemos incorporado a nuestra cultura cotidiana que la humanidad ha provocado un cambio geológico en el planeta y que estamos modificando dramáticamente nuestro entorno, pero parece que nos falta la valentía intelectual para cambiar nuestro comportamiento en consecuencia.
Hace muchos años, durante una visita oficial a Nueva Zelanda con Tabaré Vázquez, quien era el primer presidente progresista de Uruguay en ese entonces, visitamos un laboratorio subterráneo con macetas gigantes, cada una con una planta y con su propia luz y temperatura. El ministro de Ganadería y Agricultura de Nueva Zelanda nos explicó cómo sería el clima en su país en 35 años y cómo estaban invirtiendo una fortuna en investigar y prepararse para adaptarse a los cambios en las condiciones climáticas.
Han pasado muchos años desde entonces y me pregunto si se nos está agotando el tiempo y si se ha hecho muy poco o nada al respecto. La humanidad parece estar esperando pasivamente que algo suceda, mientras los cambios se manifiestan en todas partes. Nos preocupamos por cambiar nuestros autos, por viajar a destinos turísticos, por el control de nuestras posesiones, pero no nos preocupamos lo suficiente por la vida en sí misma. Estamos expectantes, paralizados y actuamos de manera irresponsable frente a los desafíos que enfrenta nuestro planeta. Es momento de tomar conciencia de esta realidad. Hemos puesto a la naturaleza en contra nuestra y no estamos haciendo el esfuerzo necesario para enfrentar los desafíos que se nos presentan. No es la ciencia la que ha fallado, sino la alta política que prioriza otras cuestiones por encima de la protección de la vida y del planeta. Los costos de esta inacción los pagarán los más vulnerables del mundo.